Los diamantes y sus cuatro Cs
Entramos a una joyería dispuestos a comprar una buena joya, ya sea porque vamos a hacer un regalo, ya sea porque queremos darnos ese gusto. Sabemos que las mejoresjoyas suelen ser aquellas que llevan diamantes, y cuando nos enseñan algunas, encontramos dos o tres realmente bonitas, entre las que no sabemos cuál elegir. El dependiente, atento, nos informa sobre las distintas calidades de cada una de ellas, y hace hincapié en la gran calidad que tienen los diamantes que estamos viendo: que si la talla tiene unas proporciones adecuadas, que si el color es H o I, que si tienen una pureza SI1 o VS2, que si los diamantes son de 0.50 quilates... Y a nosotros todo lo que nos dice nos suena a chino. Pues bien, vamos a dar aquí unas nociones básicas y concisas sobre todo esto, para que algo nos vaya sonando, y para que sepamos qué debemos esperar cuando hemos decidido hacer una compra de una joya con diamantes. La calidad de los diamantes, en líneas generales, se define por lo que se ha dado en llamar las 4 Cs. Se llama así porque la calidad de un diamante viene definida por cuatro características, cuyos nombres en inglés comienzan por la letra "c": talla, pureza, color y quilataje (cut, clarity, colour, carat).
Talla Si muchos de nosotros viésemos un diamante en bruto en la calle, seguramente lo ignoraríamos, pues sin pulir, tiene la apariencia de un vulgar trozo de vidrio. Pero cuando se corta y se talla, cuando se pule, la cosa cambia enormemente. De hecho las caras, o facetas, que se le tallan a estas piedras no se hacen porque sí, sino con el objetivo de que la luz que entra en la piedra se vaya reflejando tanto en su superficie como en el interior de la misma de manera que siempre acabe saliendo por la parte superior de la gema. Para que esto ocurra, las proporciones de las distintas partes de la talla, los ángulos entre las distintas caras, y el número de facetas que lleve la piedra son muy concretos y estudiados. Y al mismo tiempo son difíciles de conseguir. Por lo tanto, cuanto más se acerque la talla de un diamante a las proporciones ideales, tanto mejor será, y tanto más valor tendrá. De este modo vamos a encontrar tallas excelentes, muy buenas, buenas, regulares y malas.
Otro aspecto importante es el tipo de talla. Esto es, con independencia de que nos encontremos con una talla excelente o con una talla mala, hay distintos tipos de formas en las que podemos cortar una piedra. En el cuadro inferior podemos ver las más importantes, aunque no son las únicas. Es necesario mencionar que la talla más frecuente para los diamantes es la talla brillante. Son tantas las piedras talladas de esta manera que muchas veces los joyeros tienden a denominar sólo como "brillantes" a los diamantes, en lugar de hablar de "diamantes en talla brillante", confundiendo a muchas personas que llegan a pensar que los diamantes son un tipo de piedras y los brillantes otro tipo distinto. Hemos de ser conscientes de que el nombre de la gema es "diamante" y que "brillante" hace referencia a la talla que esa piedra tiene.
Pureza
Imaginemos cómo se formaron los diamantes: hace millones de años, con una Tierra en formación, las condiciones de de temperatura y presión a que estaban sometidos los distintos materiales en el interior de nuestro mundo eran extremas. Así hemos de imaginarnos lo que hoy es el material que forma los diamantes como una especie de sopa, líquida, que poco a poco se va enfriando y va cristalizando. Cuando lo hace, hay partes del cristal que atrapan en su interior otros elementos, a modo de impurezas, así como hay algunas partes de esa sopa que cuando cristaliza queda impoluta, limpia, pura de otros elementos. También ocurre que como consecuencia de los distintos movimientos y presiones a los que dichos cristales se ven sometidos en el interior de la Tierra, algunos estallan, o se fisuran y rompen, ya sea en su exterior o en su interior. De este modo, cuando tenemos un diamante en la mano hemos de observar que tenga el menor número posible de estos elementos, a los que de manera genérica vamos a denominar "inclusiones", puesto que dichas inclusiones van a desviar los reflejos de la luz en el interior de la piedra, o incluso pueden absorver la luz, restando brillo y magnificencia a nuestros diamantes. Queremos que nuestra piedra sea lo más limpia posible, pues así lucirá más, se verá mejor y más bonita, y tendrá también más valor. Para determinar la pureza de un diamante se usa una lupa de 10 aumentos (lupa 10x) que deberemos solicitar a nuestro joyero para que nos deje ver la piedra que queremos comprar con detalle. Vamos a considerar una buena piedra en cuanto a su pureza todas aquellas que tengan un grado VS1 (del inglés Very Small inclusions) o superior. En la siguiente figura podemos ver la forma más habitual de denominar y clasificar la pureza de los diamantes.
Color Algo similar a lo que ocurre con la pureza sucede con el color. La inmensa mayoría de losdiamantes no son blancos (en realidad deberíamos decir incoloros, pero con "blancos" creo que nos entenderemos mejor), sino que suelen ser muy oscuros, y en general, también opacos. Sin embargo los que nos interesan de cara a la joyería son aquellos que, en primer lugar son transparentes, y en segundo lugar, tan blancos (incoloros) como sea posible, con el fin de que ningún resto de color que pueda tener absorba luz, sino que refleje toda la luz que incida sobre él. Hay que tener en cuenta que nos vamos a encontrar diamantes de todos los colores, algunos con colores muy intensos y marcados. Éstos suelen recibir el nombre de diamantes Fancy o diamantes de colores fantasía, y en muchas ocasiones serán piezas magníficas de apreciar que pueden llegar a gustarnos incluso más que las incoloras habituales. Un ejemplo de ello es el diamante Hope, de un magnífico color azul, y que fue goza de una lúgubre leyenda a su alrededor que otro día contaremos, y que no sólo tiene valor por su raro color, sino también por su espléndida pureza e inusual tamaño.
La consideración de que un diamante es blanco se establece para el color H o el nombre Wesselton, grados que son equivalentes, dentro de las escalas más habituales de clasificar los diamantes en cuanto a su color. Y estos grados, y sus superiores, serán los que nos indiquen que estamos ante piedras que comienzan a ser excepcionales y que deberían llamar nuestra atención. En la siguiente figura podemos apreciar la escala de clasificación por color.
Quilates Y vamos a la última de las características: los quilates que tiene nuestro diamante. Ésta suele ser la característica que más nos suena a todos, la más conocida. Y sin embargo es también la que mayores confusiones produce. De hecho, cuando hablamos de diamantes, una de las primeras cuestiones que solemos plantearnos es la de cuántos quilates tendrá, y cuanto más grande sea más quilates le suponemos. Pero esto no es exactamente así: los quilates, cuando hablamos de piedras en general y dediamantes en particular, hacen referencia a una medida de peso, no a una medida de tamaño. Obviamente, es innegable que, por regla general, cuanto más grande sea un diamante mayor peso tendrá. Pero esto no siempre es así, sino que las diferentes tallas, así como los diferentes grados de talla, que ya hemos visto más arriba, pueden hacer que en ocasiones diamantes que nos parecen más grandes tengan en realidad menos peso que otros más pequeños. Conviene saberlo porque el precio de los diamantes, junto con las otras características, va en función del peso y no del tamaño. Es importante saber que el quilate se divide en cien partes o puntos, de manera que podemos encontrardiamantes de 20 puntos o 0.20 quilates, de 37 puntos o 0.37 quilates, de 83 puntos o 0.83 quilates, etc. Para traducir el peso de los diamantes a medidas que nos son más familiares haremos notar que un quilate equivale a la quinta parte de un gramo: 1 ct = 0.20 gr. Además, al contrario de lo que ocurría con las tres Cs que ya hemos visto, un diamante con más quilates no es mejor que uno de menor quilataje, tan sólo es más caro. El quilataje influye en el precio, pero no en la calidad de la piedra. Y las subidas de precios no son proporcionales, esto es, si un diamante de 0.25 quilates vale 500 euros, uno de 0.50 quilates no va a costar 1000 euros, sino que su valor puede llegar fácilmente a los 1800 euros, y un diamante de 100 puntos, esto es, de un quilate, puede costar 7000 euros. Esto es debido a que en la naturaleza, a pesar de la rareza que supone encontrar un diamante, es mucho más fácil encontrar piedras de reducido tamaño que aquellas que son mayores, por lo que el valor de éstas últimas suele ser considerablemente mayor que el de las primeras. en la figura que sigue podemos observar las diferencias relativas entre los distintos pesos de los diamantes y sus tamaños aproximados.
Con todo esto espero que ahora estemos más preparados para adquirir esa pieza que, en estos momentos, nuestro dependiente nos está enseñando sobre el mostrador y que, a buen seguro, quedará mucho más bonita en nosotras que detrás de los cristales de la joyería.